Esa palabra


Poema del poeta tabasqueño José Gorostiza
Biografía: José_Gorostiza




ESA PALABRA que jamás asoma
a tu idioma cantado de preguntas, esa, desfalleciente,
que se hiela en el aire de tu voz,
sí, como una respiración de flautas contra un aire de vidrio evaporada, 

¡mírala, ay, tócala!
¡mírala ahora!

en esta exangüe bruma de magnolias,
en esta nimia floración de vaho
que —ensombrecido en luz el ojo agónico y a funestos pestillos
anclado el tenue ruido de las alas- guarda un ángel de sueño en la ventana.


¡Qué muros de cristal, amor, qué muros! 
Ay ¿para qué silencios de agua?
Esa palabra, sí, esa palabra que se coagula en la garganta como un grito de ámbar 
¡Mírala, ay, tócala!
¡mírala ahora!

Mira que, noche a noche, decantada en el filtro de un áspero silencio, quedose a tanto enmudecer desnuda, hiriente e inequívoca
—así en la entraña de un reloj la muerte, así la claridad en una cifra-
para gestar este lenguaje nuestro, inaudible,

que se abre al tacto insomne
en la arena, en el pajaro, en la nube, cuando negro de oráculos retruena el panorama de la profecía.


¿Quién, si ella no,pudo fraguar este universo insigne que nace como un héroe en tu boca? 
¡Mírala, ay, tócala,
mírala ahora,
incendiada en un eco de nenúfares!
¿No aquí su angustia asume la inocencia de una hueca retórica de lianas?
Aquí, entre liqúenes de orfebrería
que arrancan de minúsculos canales
¿no echó a tañer al aire

sus candidas mariposas de escarcha?
Qué, en lugar de esa fe que la consume hasta la transparencia del destino
¿no aquí —escapada al dardo
tenaz de la estatura—

se remonta insensata una palmera para estallar en su ficción de cielo, maestra en fuegos no,
mas en puros deleites de artificio?


Esa palabra, sí, esa palabra,
esa, desfalleciente,
que se ahoga en el humo de una sombra, esa que gira -como un soplo- 

cauta sobre bisagras de secreta lama,
esa en que el aura de la voz se astilla,

desalentada,
como si rebotara
en una bella úlcera de plata,
esa que baña sus vocales acidas
en la espuma de las palomas sacrificadas, esa que se congela hasta la fiebre
cuando no, ensimismada, se calcina

en la brusca intemperie de una lágrima, 
¡mírala, ay, tócala!
¡mírala ahora!
imírala, ausente toda de palabra,

sin voz, sin eco, sin idioma, exacta, mírala cómo traza
en muros de cristal amores de agua!


1936 

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