Fluir

"Con facilidad fluyo con el cambio... 
la Divinidad guía mis pasos y siempre siguen la mejor dirección"


Esta afirmación me significa mucho pues, sin caer en la cainolofobia (miedo a las novedades o a las sorpresas), soy una persona que ante algo imprevisto suele tener reacciones poco convencionales.

Recuerdo que en mi cumpleaños número 17, un grupo de amigos, principalmente de la escuela, organizó una fiesta sorpresa para celebrar. Con un engaño inocente, una  comitiva me hizo creer que nos dirigíamos a cierto lugar, cuando en realidad llegamos a casa de uno de ellos, donde se encontraban los demás, aguardando el momento en que cruzara la puerta principal para gritar: "sorpresa" a todo pulmón.

La distancia me hace olvidar algunos detalles finos, sin embargo es vívido el recuerdo de una molestia profunda que recorrió con adrenalina todo mi cuerpo, casi instantáneamente, y me obligó a salir un momento a caminar para asimilar la sorpresa recibida y, posteriormente ofrecer disculpas.

Esta anécdota que raya en la simplicidad, me permite abordar contigo, querido y amable lector, las variadas reacciones que podemos desarrollar ante ciertos estímulos, palabras, situaciones...

Es difícil actuar con serenidad cuando se viven momentos críticos, bajo el poder de emociones como el estrés, el miedo, el dolor. Hay personas que ponen nuestra seguridad a prueba, que nos "mueven el piso", pero también hay quienes extienden amorosamente la mano para evitar nuestra caída.

Es fundamental que nos permitamos fluir con el cambio, abrir los ojos más de lo habitual y limitar las "fobias" a lo verdaderamente extraordinario. No me refiero a perder la capacidad de asombro, al contrario, en mi caso quiero gozar de las sorpresas que la vida me presente... es un proceso paulatino, probablemente doloroso, pero el puerto al que llegan las barcas de serenidad tiene un radiante sol, cuyos rayos ansío disfrutar.

IMD

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