Que largo es el camino, que larga espera...

Llueve y está mojada la carretera
¡qué largo es el camino! ¡qué larga espera!
kilómetros pasando pensando en ella
¡qué noche! ¡qué silencio! si ella supiera
que estoy corriendo, pensando en ella

Las luces de los coches que van pasando
el ruido de camiones acelerando
no hay gente por la calle y está lloviendo
los pueblos del camino ya están durmiendo
y yo corriendo, pensando en ella...

"La Carretera" (Julio Iglesias)





De las actividades que me apasionan, destaca, por mucho, viajar por carretera.

No importa el destino, incluso el cansancio que puede provocar, pues ineludiblemente al transitar las carreteras de esta hermosa y grande Nación, se nos llenan los ojos de realidad.

En el día: Los espejismos en el horizonte, las ilusiones entre el primer y segundo, plano que nos permiten darle una significación íntima a las formas de los cerros, las nubes... El ganado que sobrevive pastando, enmedio de la nada, acompañado de un amplio cielo azul y, en veces, la tierra que cambia de color conforme avanzamos.

Por la noche: La luz que emanan las ciudades (reflejo de la luna y las estrellas) dibuja gigantes a lo lejos, acompañando incluso al infortunio de sufrir una avería en el transporte, evitando que los "X" o los "Y" pudieran perjudicar a los viajantes.

 
Lamentablemente, dentro de la gama de maravillosos paisajes, encontramos también ciudades que parecieran una obra propia de un "graffitero megalómano", esas desgraciadas ciudades que sufren, en sus paredes, techos e incluso iglesias, la "malvada expresión artística" de aquellos que asumen que les pertenecen todos los "lienzos" urbanos.

Sin embargo, encontramos también rincones "mágicos", en los que la vida pasa sin prisas, sin preocupaciones. Donde las plazas, parques y callejones pertenecen a la gente, a "su gente".

Lugares donde el foráneo (del norte, mayormente) se asombra por no tener que situarse "pecho tierra", al escuchar un estruendoso sonido que ha sobresaltado su ritmo cardíaco.


No, no es una ráfaga de ametralladora o "cuerno de chivo", sino una simple onomatopeya de la cortina que se desliza por la fachada de un comercio al concluir la jornada del día.
En esas mismas ciudades, los diarios reflejan con asombro la existencia de "11 ejecutados en lo que va del año", mientras la "valiente, noble y leal" ciudad capital del "Estado Grande" se padece con la misma cifra de muertos al día (o a veces, en menos tiempo).

Que distante la brecha entre norte y sur, entre paz y guerra (porque si esto no es guerra, "que baje Dios y lo vea").

Que terrible asumir que largo es el camino para volver al hogar, en el que nos jactábamos de ser dueños de los espacios públicos, incluso de la vida propia.

Que larga se percibe esta espera, que difícil conservar la esperanza, la fe.

No importa cuán lejos se sitúe nuestro exilio emocional (entiéndase: no importa si nos "bloqueamos" y aparentamos vivir en primer mundo) Chihuahua está sufriendo, está sangrando.

La causa de ninguna manera es la estrategia de combate que emprendió el gobierno a nivel federal, en la que se ha escudado burdamente la incompetencia de la autoridad local,.

La verdadera causa fue ignorada por décadas, y nos enfermó como cáncer las entrañas (la juventud, la conciencia colectiva...) hasta dejarnos el corazón inerte.



Templanza: Sigo en la carretera buscandote... ¿Al final del camino te encontraré? Aceleré...


IMD 2010

Comentarios

Anónimo dijo…
Si la circunstancia que se viven en el Estado Grande inspira estos escritos en su gente nombre, bendita sea la circunstancia. Excelso! Habrá que ver el precio que se paga a cambio de la paz y lo que sucede dentro de esos comercios al levantar su cortina y en la trastienda. ¡Luchar por Chihuahua para lograr!

Sod
Amparo dijo…
No cabe duda.. Que importante es apreciar los momentos mas sencillos de la vida!

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